jueves, 17 de septiembre de 2020

Poendemia Literaria (Jorge Guadalupe Arzate Salgado)

 Toluca, México, 1966. Poeta y sociólogo mexicano. Doctor en Sociología por la Universidad de Salamanca y Maestro en Investigación y Desarrollo de la Educación por la Universidad Iberoamericana. Profesor de Carrera en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México. Entre 1996 y 1998 asistió al Taller Literario “Joel Piedra” dirigido por el poeta y traductor Guillermo Fernández. Su trabajo literario ha sido publicado en las revistas Tierra Adentro, Castálida, La Colmena, El Comentario Semanal, Atril de poesía, Los poetas de la cinco, Luvina. Ha participado en decenas de recitales de poesía en México, España, Ecuador, Chile, Cuba, Guatemala y Rumanía. Fue integrante de la X generación de becarios del Centro Toluqueño de Escritores A.C., y fue programador de actividades del mismo durante 1997 y 1998. Fue becario del Fondo para la Cultura y las Artes del Estado de México en 1997 y 2012. Ha publicado los poemarios: Canciones para los piratas ausentes [1992], Recuerdos de la casa azul [1997], Pradera de masonite [2010], Princesa de Cristal [2011], Sirena de Tule [2013], Como hilo luminoso, el mar. Antología personal (1992-2010) [2013], y 19/09/17. Poema en tres actos [2018]. En 1991 obtuvo el Premio de Poesía del Centro Toluqueño de Escritores y en 1996 el Premio Nacional de Poesía Joven de México “Elías Nandino”. En los últimos años ha participado, entre otros, en los siguientes encuentros literarios internacionales: XIX Encuentro Internacional de Poetas en Zamora, Michoacán (2015), V Encuentro Internacional de Poesía Contemporánea San Cristóbal de las Casas (2016), Primer Festival Internacional de Poesía “José María Heredia” 2017, Primer Encuentro Latinoamericano de Escritores de Metepec (2017), Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango (2018), Festival Internacional de Poesía de la Habana (2018), XI Festival Internacional de Expresiones Culturales de la Nueva Generación, Proyecto Posch San Cristóbal de las Casas (2018), Festival Internacional de Poesía de San José de Chiquitos Bolivia (2019), Festival Internacional de Poesía de Curtea de Arges Rumanía (2019). Poemas suyos han sido traducidos al italiano, catalán y rumano; así como aparecen en una decena de antologías publicadas en México, Chile, Colombia, España y Rumanía. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México.


Fragmento del poema Pradera de masonite (2010)

                                                                               XXV

Antes o después de los sueños está el camino

de masonite.

De nuevo la cueva de los ecos sale al paso.

La culebra del día de hoy temblando en cada acacia

permanece enroscada demostrando no sé qué deseo

o mentira o robo.

El sol consume la fortuna, y las gentes dan vueltas

a sus cuerpos cíclopes, como si con eso se fueran a salvar.

Estamos debajo de todas las torres: Eiffel,

la de los Clérigos o la más modesta y diminuta del Clavel.

Las admiramos absortos como al mismo sol de junio.

Nos encontramos debajo de todas las ciudades;

sembrados a las calles, adosados a todo aquello

que nos puede nombrar y que podemos nombrar

en una suerte de bullicio.

Decimos sus nombres para no escuchar al sol.

Pronunciamos nombres para ver otra cosa, mas

aquello no responde y nos conformamos con su eco.

Me consumo en estas ciudades del mundo redondo

de calles intrincadas y estaciones de metro que no

terminan y que son el laberinto del aire: insufribles:

robustas: eternas: obscuras: negras por más

esculturas de mármol que las adornen.

La gente salta de alegría, salta a las hermosas fuentes

llenas de flores, imagina que está en algún manglar

del Amazonas, desinfectado y sin bichos,

se cree dioses del sol.

Estamos en el borde exacto del minuto exacto

del día exacto del tiempo: ¡no es posible que nadie

lo tome en cuenta!

El sol tiembla; las escasas nubes están cansadas

y todo el día se hace rojo; la esfera del mundo

anuncia su sueño mientras que el pasto verde

de los jardines gruñe su desdicha infeliz, y el agua

de los manglares está chirriando algo como cera.

No todo está perdido porque un niño piensa

que su pequeño barco de papel no existe y es sólo

risas; estamos en el día exacto de los interminables

minutos del silencio del fin del día: adiós

a la torre del Clavel.

A dormir, pequeño infante.

Las personas se van.

Es la hora del diluvio universal.

Hace frío pero nadie tiembla.

Tienen una enorme voluntad para caminar,

para entrar al metro sin tener miedo: ¿Por qué

suceden estas cosas?

El viento sale del tiempo y pregunta susurrante:

¿nadie por aquí?

No, nadie, contesta el manglar de neón.

A medianoche el jardín de las delicias es un desierto,

como siempre lo debió haber sido.

Duerme.

Me gusta su rostro: tomo su mano y lo beso:

sus labios arden, y entre sueños piensa que respira

pero su corazón es confuso.

Estamos clavados en las ciudades por un arte de azar.

Nadie se piensa perdido al caminar por las calles,

para eso están los edificios y sus rostros ventanales

y puertas.

Nadie dice: ¡pero Dios qué hago aquí!

En verdad casi nadie respira.

Y nadie piensa todas estas cosas feas y absurdas.

Las gentes disimulan su pesar, su enorme pesar,

y lo esconden en los nombres propios del día exacto

de la hora exacta y determinada del hoy.

Por eso las palabras tienen un eco dulzón

en la sílaba tónica: machacan algo.

El futuro da miedo pero para ello está el hoy

deletreado y unido semánticamente a las palabras:

Jorge, Julia, Toro, cuchara, encanto, silencio…

Roma.

La ciudad duerme pero cobija sus demonios

para un mejor tiempo.

El pequeño y encantador niño del barco de risas

sueña que es un pirata en alta mar y ve a lo lejos

la costa de Alejandría: ahí están las mezquitas

y el fuerte y los blancos y amarillos edificios

de la Corniche; no sabe que adentro un zoco repleto

de almas lo espera para asesinarle, pero qué importa,

su barco ya ha atracado en el puerto.

Y es que el Amazonas no es de árboles,

es de interminable musgo.

Nadie teme dormir.

Y la ciudad guarda sus mentiras para el otro día

del tiempo exacto; ése que no nos dejará limpios

ni sanos ni cómodos.

Los jardines de Luxemburgo contemplan su cuello

de mármol por la noche: tienen miedo de este París

tan grande y loco







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