LÁZARO ELIZARDO CASTILLO PÉREZ
(Yaguajay). Poeta y crítico. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de
Cuba (UNEAC) y del Comité Internacional Cultural Académico (CICA) de México. Fue
vicepresidente nacional de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de jóvenes
escritores y artistas. Máster en Cultura Latinoamericana con Mención en Teoría
y Crítica por el Instituto Superior de Arte de Cuba. Su obra publicada la
integran, entre otras, los títulos: Negar cualquier complicidad (2006), Biografía
sucia
(2008), A la entrada de la noche (2011), La vida breve (2011), Hilado
de las máscaras (México, 2013), Sujeto a las visiones (El Salvador,
2013), Desde la pendiente, 2017 y At night´s door (2018). Textos suyos
han sido incluidos en diversas antologías nacionales y extranjeras, entre las
que se destacan: La isla en versos (2011) y Memorias de una Isla (Chile, 2013). Su
obra ha sido traducida en Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, Dinamarca,
Rusia y Brasil. Ha obtenido los premios Fayad
Jamís, 1998; Premio Casatintas,
1998 y 2003; Premio de Poesía Libre,
Argentina, 2007, Mención en el XVII Premio de Poesía La Gaceta de Cuba, 2012 y la distinción La Gitana Tropical, 2015.
TÚ PIDES SER EL AGUA
En el agua tibia coronaba tu cuerpo.
En el desnudo de las azoteas
descubrimos los rostros de la noche,
tomamos su bajel inquieto.
Hemos venido a celebrar tu nombre
aquí crecidos
entre el duro sol y el agua.
Luminosa sombra
La latitud de la noche
extiende su mano,
llega la luz.
Desciendo por las aguas,
me vuelvo por el extremo
límite de mi cuerpo
y al pie de las estatuas
siento la respiración.
La luminosa sombra toma
mi infancia.
Abro los ojos
y mi cuerpo permanece en
la quietud,
en la memoria.
En mi lámpara de campo,
primera que conocí,
te hice cartas.
Otra vez en aquel piano
creabas tu fruta mágica,
tu fruta de operetas.
Así, dorada la voz
y el sonido en el cristal
vuelves a hilvanar las resonancias
y tu música convertida en vitrales
alumbra mi
recuerdo.
HOMBRES DE
La vasija cada vez más llena,
la mujer que arrojaba su camisa
sobre el tránsito insoportable.
De la ventana del frente gritaban indecencias.
Teníamos hambre,
todo era visible,
los amuletos colgaban de los clavos de la casa.
En el sillón dormía una señora
que ni se enteraba de los amantes.
No le importaba que lloviera
ni las vasijas llenas de agua.
Cuando el cielo se llenó de piedras
nos marchamos
hacia los hombres de la noche.
Genial excelente poeta cubano y gran ser humano. Gran amigo de la palabra y buen exponente de la vida cotidiana en versos. Éxitos en su carrera.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNuestro querido Lachi, excelente profesional, escritor y ser humano, con la increíble capacidad de transportarnos y elevarnos en cada línea que escribe
ResponderEliminar