República Dominicana.
Arquitecta y escritora (poesía, ensayos, relatos).
Cursó las maestrías Arquitectura Crítica y Proyectos
(Universidad Politécnica de Cataluña) y Estudios Avanzados en Literatura
Española e Hispanoamericana (Universidad de Barcelona). Autora de los poemarios
“Mañana es Ningún día” (2013) Editorial Santuario, “Una casa en la palma de tu
mano” (2016) con la editorial Mediaisla y una versión centroamericana del mismo
con la editorial Casa de Poesía gestionada por el Festival Internacional de
Poesía de Costa Rica 2016, “Sinfonía de la sal” (2019) con MediaIsla y “Las
mujeres que soy” (2019) Antología personal con la editorial Anticanon. También
tiene publicados los cuadernillos “No conozco el cartero” (2016) y “Cartemas”
(2018) de la colección Playa Sucia, ambos editados por el proyecto editorial La
Chifurnia en asociación con el Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico.
Ha publicado ensayos críticos y literarios en diversos diarios y revistas
nacionales e internacionales. Muestra de su poesía se encuentra en varios
medios impresos y digitales. Fundadora del grupo literario-multidisciplinario
Café de Artistas de Punta Cana y organizadora del recital poético anual de la
misma localidad. Ha participado en diversos festivales internacionales de
poesía.
(del cuadernillo Cartemas)
Papá, es
lamentable que no tengas Facebook. Pudieras ver lo mucho que te recuerdan por
allí, especialmente cada 3 de mayo cuando tu nombre multiplica los deseos de
llorar.
Las redes
sociales y ellos, con sus extensas cartas, tu foto, tu sonrisa. Las redes
sociales y yo.
También hablaron
de ti en Instagram, con un megáfono escrito donde las letras son punzadas.
Buscan consuelo, imagino, también lo ansío. Tal vez sea yo la equivocada y deba
hacer el cambio hacia el escándalo, llevar de paseo mis lágrimas, mendigar
abrazos y likes.
Estos días llegan
por sus gritos y aunque trato de olvidarte casi a diario el pálido aguacero de
tu recuerdo contorsiona los objetos derritiendo sus verdades. Si encontrara el
antídoto para el peso de tu inexistencia ¿habría tomado la cucharada amarga?
Sé que es tonto
tratar de comunicarte lo que siento sabiendo que solo el silencio se vestirá de
respuestas. Pero a pesar de ello quisiera decirte algunas cosas que te harían
llorar de la risa, hacer una cita, sentarme en tu escritorio y recordarte que
debes pensar un poco más en ti.
Insólito que el
cielo esté tan atrasado en tecnología.
No conozco al cartero
(de Una casa en la palma de tu mano)
Poseída por la primera luz,
ese preciso ángulo de tiempo que conozco de memoria,
unas paredes que funcionan como manto,
me visitas, inspiración.
Es viernes,
las hojas más verdes danzan,
mis dedos son gargantas
que vacían el mundo mago de mi arroyo.
Las letras se confunden
entre las sombras
de un cuerpo desnudo.
Es viernes,
recibo palabras uniformadas.
Complacientes llegaron a la escuela de mi boca
convertidas en cartas del recuerdo.
Las abro,
las como en el desayuno del silencio,
algunas, tan libres, se incendian en mi mano.
Otras, resbalan por las hojas,
su cuerpo ligero
es absorbido por la piedra.
No conozco al cartero,
pero ha sido su culpa.
Cultivó las gotas, ahora nacen brotes en las esquinas.
No conozco al cartero,
posiblemente está su cara dibujada
en la filosa piedra,
en la danza de hojas
que agreden el perfecto hueco de la ventana.
Quizás vive dentro de las cartas
o saltó de algún verso disfrazado de cuento
de este ínfimo libro de piel.
No sé quién es, lo prefiero así
que continúe escondido,
en su función secreta,
siendo sueño de millones de caras,
de tantos ojos, de todas las miradas.
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