jueves, 23 de julio de 2020

Poendemia Literaria (Denisse Español)

República Dominicana.

Arquitecta y escritora (poesía, ensayos, relatos).

Cursó las maestrías Arquitectura Crítica y Proyectos (Universidad Politécnica de Cataluña) y Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana (Universidad de Barcelona). Autora de los poemarios “Mañana es Ningún día” (2013) Editorial Santuario, “Una casa en la palma de tu mano” (2016) con la editorial Mediaisla y una versión centroamericana del mismo con la editorial Casa de Poesía gestionada por el Festival Internacional de Poesía de Costa Rica 2016, “Sinfonía de la sal” (2019) con MediaIsla y “Las mujeres que soy” (2019) Antología personal con la editorial Anticanon. También tiene publicados los cuadernillos “No conozco el cartero” (2016) y “Cartemas” (2018) de la colección Playa Sucia, ambos editados por el proyecto editorial La Chifurnia en asociación con el Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico. Ha publicado ensayos críticos y literarios en diversos diarios y revistas nacionales e internacionales. Muestra de su poesía se encuentra en varios medios impresos y digitales. Fundadora del grupo literario-multidisciplinario Café de Artistas de Punta Cana y organizadora del recital poético anual de la misma localidad. Ha participado en diversos festivales internacionales de poesía.




Cartema a mi padre

(del cuadernillo Cartemas)

 

 

Papá, es lamentable que no tengas Facebook. Pudieras ver lo mucho que te recuerdan por allí, especialmente cada 3 de mayo cuando tu nombre multiplica los deseos de llorar.

Las redes sociales y ellos, con sus extensas cartas, tu foto, tu sonrisa. Las redes sociales y yo.

También hablaron de ti en Instagram, con un megáfono escrito donde las letras son punzadas. Buscan consuelo, imagino, también lo ansío. Tal vez sea yo la equivocada y deba hacer el cambio hacia el escándalo, llevar de paseo mis lágrimas, mendigar abrazos y likes.

Estos días llegan por sus gritos y aunque trato de olvidarte casi a diario el pálido aguacero de tu recuerdo contorsiona los objetos derritiendo sus verdades. Si encontrara el antídoto para el peso de tu inexistencia ¿habría tomado la cucharada amarga?

Sé que es tonto tratar de comunicarte lo que siento sabiendo que solo el silencio se vestirá de respuestas. Pero a pesar de ello quisiera decirte algunas cosas que te harían llorar de la risa, hacer una cita, sentarme en tu escritorio y recordarte que debes pensar un poco más en ti.

Insólito que el cielo esté tan atrasado en tecnología.

 

 

 

 

 

 

 

No conozco al cartero

(de Una casa en la palma de tu mano)

 

 

Poseída por la primera luz,

ese preciso ángulo de tiempo que conozco de memoria,

unas paredes que funcionan como manto,

me visitas, inspiración.

Es viernes,

las hojas más verdes danzan,

mis dedos son gargantas

que vacían el mundo mago de mi arroyo.

Las letras se confunden

entre las sombras

de un cuerpo desnudo.

Es viernes,

recibo palabras uniformadas.

Complacientes llegaron a la escuela de mi boca

convertidas en cartas del recuerdo.

Las abro,

las como en el desayuno del silencio,

algunas, tan libres, se incendian en mi mano.

Otras, resbalan por las hojas,

su cuerpo ligero

es absorbido por la piedra.

No conozco al cartero,

pero ha sido su culpa.

Cultivó las gotas, ahora nacen brotes en las esquinas.

No conozco al cartero,

posiblemente está su cara dibujada

en la filosa piedra,

en la danza de hojas

que agreden el perfecto hueco de la ventana.

Quizás vive dentro de las cartas

o saltó de algún verso disfrazado de cuento

de este ínfimo libro de piel.

No sé quién es, lo prefiero así

que continúe escondido,

en su función secreta,

siendo sueño de millones de caras,

de tantos ojos, de todas las miradas.

 

 


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