CUANDO SE PIERDE EL MIEDO
Volaban desesperados, el hambre rasgándoles los picos, las alas. Volaban en bandada, guardianes heroicos siempre del más indefenso. Entonces vieron, como en un espejismo, un campo de trigo. Recién sembrado, las semillas gordas, impúdicas, eran el milagro que ya no esperaban. Se lanzaron como una plaga. No los ahuyentó ni el agua, ni el humo, ni los tiros de una escopeta. Sí, volaron aterrados ante la presencia de un hombre sin alma que sacudía los brazos, enloquecido. Los pájaros guardaron el hambre acobardados. El patrón sonrió satisfecho. Su sonrisa se esfumó cuando al día siguiente descubrió su campo sembrado ya no de semillas sino de pájaros. No imaginó lo que había sucedido: el más débil, al que todos cuidaban, había avanzado intrépido sobre el campo, y había volado intuitivo hasta posarse sobre la cabeza del espantapájaros. El patrón no imaginó que había perdido su siembra por la inocencia de un pájaro ciego.
DESTINO
Cincuentaicuatro, cincuentaicinco, cincuentaiséis, el que no se escondió se embromó. Salgo a buscar en la plaza, colgada de la hamaca rota: nada. Detrás del árbol seco: nada. En el bebedero que me deja con sed: nada. Busco en el rosedal desnudo: tampoco. Sigo buscándola en una baldosa quebrada, en un pájaro caído, en el perro flaco que olisquea la basura: nada. No puedo descubrir dónde
se ha escondido la muerte, hasta que llego a casa, abro la puerta y entonces sí: piedra libre. La descubro detrás de mí, reflejada en cada uno de los espejos.
Del libro “Anzuelos”
Carmen Nani
Ediciones del Boulevard
2020
Una grande cordobesa.Nuestra. Querida.
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