Leonardo
Porras Cabrera, costarricense, profesor de cultura Brorán (Térraba) en la
comunidad de Bijagual.
Autor
del libro: Dbon shricshirc orcuo böǹ (Huella de jaguar) Editorial Amargord ediciones
Coautor
de los libros Pac cró shco
(Diccionario pictográfico y enciclopedia de la agricultura tradicional Brorán),
Drí (Diccionario-Recetario
pictográfico de la alimentación tradicional Brorán Qu´ercuó) (Reseña del
patrimonio cultural del pueblo Brorán/ Terbi del territorio indígena Térraba),
todos editados por la Universidad de Costa Rica (UCR)
Participante
del taller de narrativa y poesía, dirigido a jóvenes indígenas, llevado a cabo
en la finca Kan Tan, Boruca, Buenos Aires, Puntarenas.
KJOKE[1]
Abuelo,
recuerdo vivo.
Agua,
Lluvia,
Sol,
Luna,
Viento,
Montaña,
Piedras.
Sos el animal
que aún corre
por nuestra tierra.
Aquel árbol de
cacao que crece.
El maíz que está
en cosecha.
Naciste del río.
Con el espíritu
alegre, danzaste el toro y la mula,
siempre con tu
guacal de Ö
sin nunca
derramar una gota.
Abrazaste al
río.
Abuela te enseñó
los secretos de la montaña.
Nunca me
repetiste una historia.
Un día que me
describías aquella casa de zacate y chonta
recuerdo que me
contaste
que viste al
jaguar y al espíritu de la serpiente.
Sabía que
conocías la luna.
Con tu balsa
navegaste sobre el Gran Espíritu.
Entre monte
y bruma
de una madrugada
naciste.
Hoy, sos mi
raíz.
TLABGA DENA[2]
¿Qué somos?
¿De dónde
venimos?
¿Qué hacemos
aquí?
De niño me hacía
estas preguntas.
Ahora revivo a
mis abuelos y a mi madre,
y encuentro la
respuesta en sus conversaciones.
―Es simple la respuesta ―me
dijeron―,
busca en la vena
de los ríos.
Y me animaron a
tocar el agua,
a sentir qué es
lo que corre ahí,
a dejar de ver, solamente.
Me pidieron
que buscara en
esas aves que dicen el tiempo,
que corra y
sienta la medicina,
que no intente
curarme
con solo coger
hojas y hervirlas.
Me animaron a
ver la lluvia
y aprender su
mensaje,
a tener hígado,
a sentir lo que pasa
con ese árbol
que está junto a mí
y que cumple su
ciclo.
Me pidieron
comprender
que todo pasa
por algo,
que siempre
escuche a un mayor
que comparte los
relatos
que le mostró el
camino,
el río que cruzó
solo
para aprender a
escuchar;
que no dejara de
mirar al sol
y aprender de
las nubes;
que en la noche
más triste
vería en la luna
a mi guía;
que si me
detenía
un segundo,
el cielo me
daría las respuestas.
Cada vez que
recuerdo a mis abuelos
descifro poco a
poco
todos los
sentidos.
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