ÚLTIMO GRITO
De paso por el crisol del destino
no están tus ojos.
Solo el ruido de lámparas viejas
habitan el cielo de la habitación.
Faltan tus manos acallando los silbidos del invierno.
Sabemos que el encanto es un pacto de cicatrices
que se difumina al dormir cada noche.
Sabemos que el amor escucha cantos de sirenas
antes de
colgar
el
corazón
sobre las fauces del olvido.
BAJO LOS BALCONES
Hoy el mundo recoge sin prisa su siesta. Esponja las alas sobre las avenidas,
sin pulsos ni apetitos.
En las entrañas de un alarido surgió el silencio. Se aferra a los agobios en las ciudades
y observa como descuelgan cantos entre balcones. Los niños sueltan pedazos de
asombros que van deshojando los últimos ruidos en los tejados.
¡Despertamos! Y somos todos despertando en todos,
en todos los días en un mismo día.
El miedo no cuenta. Lo hemos atado a un cardumen de globos para retardar su bullicio.
A veces, las palabras se rasgan sobre los ojos de las sombras. Quizás son poemas
que extrañan besos
o tienen prisa porque recordaron la última palabra del crucigrama.
El mundo no olvida la lluvia.
Esperamos el nacimiento de un nuevo plumaje que nos cubra las cicatrices.
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