Muestras de su trabajo poético figuran en antologías, revistas y otros medios, entre ellos: Lecturas Urgentes de Poesía, Antología V (Colombia); Revista Poética Azahar (España); Antología de Poemas Latinoamericanos Uniendo Fronteras, de Cochabamba, Bolivia; Antología La voz de la Sibila, de editorial Sial Pigmalión (Madrid, España); Revista Literaria Trinando; Periódico órbita, de Envigado, Antioquia; Antología de Poetisas de Habla Hispana, volumen 1; Mujeres escritoras en la memoria de Antioquia; Antología Poética América Toda. Unamos a América en Poesía; Antología 14° Encuentro de Poetas la Palabra Con-Vida, Frontino 2019.
Facebook: Gloria Judith López Soto.
LA PAZ
ENTRE EL DOLOR Y LA DESESPERANZA
Hoy te recordé abuela.
Tus ojos profundos compañeros de inocencias,
tus manos llenas de ilusiones y anhelos,
tus pasos firmes y fuertes,
tus cabellos de cuarzo tejidos con tristezas,
tus pies descalzos cubiertos de arena y tierra.
Recordé las arrugas de tu piel y de tu alma,
ellas, testigos del desamor
y desamparo de tus días,
reflejaban el dolor en los devastados corazones.
Recordé esa mirada en lontananza preguntando por la paz.
Te recordé abuela, porque aquí,
en este pequeño gran mundo,
todo sigue igual y no estás.
La destrucción es un vicio,
hay desangre por doquier,
exterminio contínuo sin piedad.
Se pierde la vida entre maquiavélicas sombras.
Se ensaña lo siniestro según el color de piel,
se te va la vida si buscas la fuente de la verdad.
Aquí, abuela...,
la paz se atrincheró,
la paz teme,
la paz huye.
Aquí, abuela...,
todo es caos,
el cielo se vuelve mar
y devora las moradas.
Las noches son amargas y temidas.
La luna se opaca, se estremece por las ojivas
y el lamento del hombre.
Hoy te recordé abuela
y comprendí que la paz
estaba en tu sonrisa.
Hoy te recordé abuela.
Tus ojos profundos compañeros de inocencias,
tus manos llenas de ilusiones y anhelos,
tus pasos firmes y fuertes,
tus cabellos de cuarzo tejidos con tristezas,
tus pies descalzos cubiertos de arena y tierra.
Recordé las arrugas de tu piel y de tu alma,
ellas, testigos del desamor
y desamparo de tus días,
reflejaban el dolor en los devastados corazones.
Recordé esa mirada en lontananza preguntando por la paz.
Te recordé abuela, porque aquí,
en este pequeño gran mundo,
todo sigue igual y no estás.
La destrucción es un vicio,
hay desangre por doquier,
exterminio contínuo sin piedad.
Se pierde la vida entre maquiavélicas sombras.
Se ensaña lo siniestro según el color de piel,
se te va la vida si buscas la fuente de la verdad.
Aquí, abuela...,
la paz se atrincheró,
la paz teme,
la paz huye.
Aquí, abuela...,
todo es caos,
el cielo se vuelve mar
y devora las moradas.
Las noches son amargas y temidas.
La luna se opaca, se estremece por las ojivas
y el lamento del hombre.
Hoy te recordé abuela
y comprendí que la paz
estaba en tu sonrisa.

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