BOCANADAS
Si pienso en tu cárcel, Mauricio,
pongo en duda mi propia libertad
desde los bolígrafos,
el cuaderno de notas
y el tedioso ruido de mi sangre.
Es posible que ambos anhelemos la salida,
cuando la naturaleza del dolor
es una serpiente
con la necia tarea de estrecharnos.
Nada es libre, ni siquiera el viento,
porque viaja kilómetros
para llegar y condenarse
a nuestras absurdas bocanadas
de hombres infelices.
ÉLITROS
He pensado siempre que hay algo de esquirla en mi nombre.
Si libertad significa en sus enjambres,
no siento un par de élitros cuando alguien lo pronuncia.
Siento un golpe en los huesos, porque me rompo al escucharlo:
dudo tanto de portar
la máscara que buscan.
GIRASOLES
Cuánto hay para contar sobre los golpes que me diste, madre.
Cuánto sobre la vez que me abriste la boca
y el grifo de las lágrimas
por romper la calma de la casa en día domingo;
porque siempre fue la paz tu jarrón más anhelado,
para ocuparte de los soberbios girasoles
tan abiertos, igual que tu amargura.
Aprendí el dolor del mundo
como se aprende la rabia del océano en las orillas:
mirando, sin más, sin prever las arenas en el aire.
Me lastimaste algunas veces, Teresa,
y sin embargo te amo,
como el pájaro al viento que ayer tiró su nido.
Y en este acto, mujer, encontré una ruta
para llegar a la poesía
y descubrir a los amigos en el festín donde se canta:
Cada poeta tiene algo que decir sobre cómo llegó al mundo
y sobre cómo llegó al verso en el que vive.
Gran poeta, extraordinaro ser humano.
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