jueves, 11 de junio de 2020

Poendemia Escritores (CRISTIAN AVECILLAS SIGÜENZA)

1.       Miembro del Consejo editorial Sur Editores, La Habana, desde 2009

2.       Miembro del Comité Internacional del Festival de Poesía de La Habana, desde 2010

3.       Miembro de la Red Internacional para la Defensa de los Derechos Humanos; Londres, 2012

4.       Comité Internacional del Festival de Poesía Encuentro Poético del Sur, Caracas, 2018

5.       Director, actor y dramaturgo de TEATROMIENTO 

COMO POETA:

Autor, entre otros, de los libros publicados de poesía: Todos los cadáveres soy yo (4 ediciones; galardonado con Mención de Honor, 49° Premio Internacional Casa de las Américas, Cuba, 2008), Ecce Homo II (4 ediciones;  galardonado con Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade, Cuenca 2008), La identidad femenina (El Conejo, 2008; galardonado con Mención Particular, Premio Global de Poesía Nósside, Italia, 2008), Abrazo entre caníbal y mujer enamorada (El Quijote, Siria, 2009), Caricias Lunch (La fraternidad, Argentina 2011), Estrategias para descarriar a una mujer (2 ediciones), Los Tiempos de la Humanidad (2 ediciones; galardonado con Mención de Honor, 54° Premio Internacional Casa de las Américas, Cuba, 2013; Premio Fondos Concursables, Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, 2015).

La mayor parte de la obra poética se mantiene inédita. 

COMO ACTOR:

Estudiante del Laboratorio del Teatro Malayerba: 2007-2009, Fundador del Grupo TEATROMIENTO. Dramaturgo y actor en Funeraria Travel, (Premio de Dramaturgia, Argentina, 2009) estrenada en La Plata, Argentina, 2009. Dramaturgo y director en Mama Prometea, (Premio Fondos Concursables del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, 2012) estrenada en Huacho, Perú,  2012. Dramaturgo y director artístico en Volverse humanidad, estrenada en La Habana, 2014. Autor del libro: El teatro es un poema cuerpo adentro, 2019 (Premio dramaturgia, CCE Núcleo del Azuay, 2018). Dramaturgo y director en La patria y el pueblo, estrenada en Cuenca, Ecuador,  2019.

 

COMO CANTAUTOR:

Autor de la melodía, la lírica y la guitarra en alrededor de cien canciones. Grabó los discos demo: Creación de los amantes (Guayaquil, 2002), El dragón y otras aves (Guayaquil, 2004) y Los cuatro peores (La Habana, 2010) junto al poeta y cantautor argentino, Pedro Nazar. 

 

COMO INVESTIGADOR:

Estudio biográfico de Edmundo Ribadeneira (El Conejo, 2008) y Concierto de voces para una biografía (El Conejo, 2009), Co autor junto a Valeria Alvarado de Alma adentro, Poetas ecuatorianas premiadas, (Premio Fondos Concursables, Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, 2018).




POESÍA vs CORONAVIRUS 1

 

Hermanos míos.

 

Me escriben, me llaman, preocupados por mí. Agradezco y honro respondiendo así, contándoles esto: El Apocalipsis no da tregua. Guayaquil de mis pavores.

 

Recién ahora puedo escribir algo porque desde hace 5 horas no tengo más muertos, desde hace 5 horas no me he enterado que alguno de mis amigos, de mis conocidos, de mi entorno, haya muerto. Aunque a lo largo de este día supe que Juan está llorando a su madre, Webster a su hermana, Jorge a su primo, James... todos ellos, hoy. Y ayer, y antes de ayer, y todos los días, se apilan los muertos en la fúnebre lista de amigos que no han sobrevivido a esta pandemia. En la calle donde vivo ya murieron Hermán y Carlo. En la calle de atrás ya murieron Víctor y Juana. Y en el parque Byron, y más allá Fabricio.

 

La calamidad en Guayaquil es innombrable: el cielo cubierto de aves carroñeras, los barrios llenos de insepultos, las farmacias desabastecidas, los precios desorbitados. Eso en la ciudad.

Pero hacia adentro, en los hogares, la calamidad es hecatombe; por ejemplo Juan, mi querido amigo Juan, poeta, ciego, líder, tiene "en el cuarto de atrás" al cuerpo de su madre, Angery, desde hace tres días, cubierta de hielo y con dos ventiladores a toda potencia para intentar paliar la putrefacción, esperando, esperando; hoy me dijo: "nicho ya tenemos y por fin conseguimos todos los documentos, pero ya no hay ataúdes, ya no hay ataúdes".

 

Hacia adentro, en los hogares, la calamidad es la brutal ira de dios; por ejemplo Zoila, sola en casa, diabética, sencilla, todos los días se levanta de sus lágrimas para buscar a su padre, Armengol López, y llega hasta las puertas del hospital Abel Gilbert y pregunta, llora, grita, reclama, ruega, y no le dicen nada. Hace un mes, el 3 de marzo, lo llevó para hacerle una tomografía, fue atendido por la doctora Jaramillo, y sufrió un derrame. Entonces se desató la crisis y él se quedó allí adentro y se supone que está allí adentro porque adentro se quedó, se supone, en el tercer piso, se supone, porque allí lo dejó Zoila cuando se fue a casa para dormir algo, hace un mes...; cuando volvió al día siguiente ya no le permitieron entrar y desde entonces ya no sabe nada, no le dicen si está vivo o si está muerto, los guardias no le permiten entrar, con razón, pero atentando contra el mínimo derecho de saber si su padre aún está vivo, allá adentro, o si ya murió y está amontonado en un container encima y debajo de otros cuerpos.

 

Oh sí, la ira de dios sobre los hogares destruidos en una ciudad desbordada.

 

Mi tío Kiko me decía el otro día en una llamada virtual: "de los compañeros universitarios de mi promoción de doctores ya han fallecido quince, solo de mi promoción ya han muerto quince, Cristian, quince".

 

Normalmente las catástrofes nos permiten un espacio para el heroísmo, pero esta no: esta está arrasando con todos, y los héroes, los doctores, uno a uno van falleciendo. Por ejemplo Nino, el doctor de cabecera de la familia, ya falleció.

 

Normalmente las autoridades civiles han logrado más o menos encaminarnos, ya sea hacia la realización de sus intereses personales o hacia la realización de nuestros intereses públicos, pero esta vez parece que no hay camino y por ende las autoridades de la ciudad y del país solo parecen decir: "la humanidad va a superar esta pandemia, pero lo hará sin nosotros".

 

Lo más paradójico es que Guayaquil debería celebrar en octubre de este año el bicentenario de su Independencia. Sin embargo, los guayaquileños que sobrevivan estarán tan agotados de llorar a sus muertos que ya nadie recordará la libertad que nos confirió el poeta Olmedo, porque cuando todo se trata de vida o muerte ya no hay idealismo posible, no hay poesía posible, salvo sobrevivir.

Si queda algún guayaquileño, quizás el próximo año no festeje el 201° aniversario de la Independencia de la urbe, sino el Primer aniversario de haber sobrevivido a esta pandemia, tan ensañada, tan crudelísima, tan mortal sobre "La perla", el "Guayaquil de mis amores".

 

 

Hasta la poesía siempre

Desde la poesía ahora.


 


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Poendemia Escritores (Venus Ixchel Mejía)

Tegucigalpa, Honduras, 1979. Poeta, editora y docente. Licenciada en Letras por la UNAH y Máster en Lengua y Literatura Hispánica por la UNA...