1. Miembro
del Consejo editorial Sur Editores, La Habana, desde 2009
2. Miembro
del Comité Internacional del Festival de Poesía de La Habana, desde 2010
3. Miembro
de la Red Internacional para la Defensa de los Derechos Humanos; Londres, 2012
4. Comité
Internacional del Festival de Poesía Encuentro Poético del Sur, Caracas, 2018
5. Director, actor y dramaturgo de TEATROMIENTO
COMO POETA:
Autor, entre
otros, de los libros publicados de poesía: Todos los cadáveres soy yo (4
ediciones; galardonado con Mención de Honor, 49° Premio Internacional Casa de
las Américas, Cuba, 2008), Ecce Homo II (4 ediciones; galardonado con Premio Nacional de Poesía
César Dávila Andrade, Cuenca 2008), La identidad femenina (El Conejo,
2008; galardonado con Mención Particular, Premio Global de Poesía Nósside,
Italia, 2008), Abrazo entre caníbal y mujer enamorada (El Quijote, Siria,
2009), Caricias Lunch (La fraternidad, Argentina 2011), Estrategias
para descarriar a una mujer (2 ediciones), Los Tiempos de la Humanidad
(2 ediciones; galardonado con Mención de Honor, 54° Premio Internacional Casa
de las Américas, Cuba, 2013; Premio Fondos Concursables, Ministerio de Cultura
y Patrimonio del Ecuador, 2015).
La mayor parte de la obra poética se mantiene inédita.
COMO ACTOR:
Estudiante del Laboratorio del Teatro Malayerba: 2007-2009, Fundador del Grupo TEATROMIENTO. Dramaturgo y actor en Funeraria Travel, (Premio de Dramaturgia, Argentina, 2009) estrenada en La Plata, Argentina, 2009. Dramaturgo y director en Mama Prometea, (Premio Fondos Concursables del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, 2012) estrenada en Huacho, Perú, 2012. Dramaturgo y director artístico en Volverse humanidad, estrenada en La Habana, 2014. Autor del libro: El teatro es un poema cuerpo adentro, 2019 (Premio dramaturgia, CCE Núcleo del Azuay, 2018). Dramaturgo y director en La patria y el pueblo, estrenada en Cuenca, Ecuador, 2019.
COMO CANTAUTOR:
Autor de la
melodía, la lírica y la guitarra en alrededor de cien canciones. Grabó los discos
demo: Creación de los amantes (Guayaquil, 2002), El dragón y otras aves
(Guayaquil, 2004) y Los cuatro peores (La Habana, 2010) junto al poeta y cantautor
argentino, Pedro Nazar.
COMO
INVESTIGADOR:
Estudio
biográfico de Edmundo Ribadeneira (El Conejo, 2008) y Concierto de voces para una
biografía (El Conejo, 2009), Co autor junto a Valeria Alvarado de Alma
adentro, Poetas ecuatorianas premiadas, (Premio Fondos Concursables,
Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, 2018).
POESÍA vs CORONAVIRUS 1
Hermanos míos.
Me escriben, me llaman, preocupados por mí.
Agradezco y honro respondiendo así, contándoles esto: El Apocalipsis no da tregua.
Guayaquil de mis pavores.
Recién ahora puedo escribir algo porque desde
hace 5 horas no tengo más muertos, desde hace 5 horas no me he enterado que
alguno de mis amigos, de mis conocidos, de mi entorno, haya muerto. Aunque a lo
largo de este día supe que Juan está llorando a su madre, Webster a su hermana,
Jorge a su primo, James... todos ellos, hoy. Y ayer, y antes de ayer, y todos
los días, se apilan los muertos en la fúnebre lista de amigos que no han
sobrevivido a esta pandemia. En la calle donde vivo ya murieron Hermán y Carlo.
En la calle de atrás ya murieron Víctor y Juana. Y en el parque Byron, y más
allá Fabricio.
La calamidad en Guayaquil es innombrable: el
cielo cubierto de aves carroñeras, los barrios llenos de insepultos, las
farmacias desabastecidas, los precios desorbitados. Eso en la ciudad.
Pero hacia adentro, en los hogares, la
calamidad es hecatombe; por ejemplo Juan, mi querido amigo Juan, poeta, ciego,
líder, tiene "en el cuarto de atrás" al cuerpo de su madre, Angery,
desde hace tres días, cubierta de hielo y con dos ventiladores a toda potencia
para intentar paliar la putrefacción, esperando, esperando; hoy me dijo:
"nicho ya tenemos y por fin conseguimos todos los documentos, pero ya no
hay ataúdes, ya no hay ataúdes".
Hacia adentro, en los hogares, la calamidad es
la brutal ira de dios; por ejemplo Zoila, sola en casa, diabética, sencilla,
todos los días se levanta de sus lágrimas para buscar a su padre, Armengol
López, y llega hasta las puertas del hospital Abel Gilbert y pregunta, llora,
grita, reclama, ruega, y no le dicen nada. Hace un mes, el 3 de marzo, lo llevó
para hacerle una tomografía, fue atendido por la doctora Jaramillo, y sufrió un
derrame. Entonces se desató la crisis y él se quedó allí adentro y se supone que
está allí adentro porque adentro se quedó, se supone, en el tercer piso, se
supone, porque allí lo dejó Zoila cuando se fue a casa para dormir algo, hace
un mes...; cuando volvió al día siguiente ya no le permitieron entrar y desde
entonces ya no sabe nada, no le dicen si está vivo o si está muerto, los
guardias no le permiten entrar, con razón, pero atentando contra el mínimo
derecho de saber si su padre aún está vivo, allá adentro, o si ya murió y está
amontonado en un container encima y debajo de otros cuerpos.
Oh sí, la ira de dios sobre los hogares
destruidos en una ciudad desbordada.
Mi tío Kiko me decía el otro día en una
llamada virtual: "de los compañeros universitarios de mi promoción de
doctores ya han fallecido quince, solo de mi promoción ya han muerto quince,
Cristian, quince".
Normalmente las catástrofes nos permiten un
espacio para el heroísmo, pero esta no: esta está arrasando con todos, y los
héroes, los doctores, uno a uno van falleciendo. Por ejemplo Nino, el doctor de
cabecera de la familia, ya falleció.
Normalmente las autoridades civiles han
logrado más o menos encaminarnos, ya sea hacia la realización de sus intereses
personales o hacia la realización de nuestros intereses públicos, pero esta vez
parece que no hay camino y por ende las autoridades de la ciudad y del país
solo parecen decir: "la humanidad va a superar esta pandemia, pero lo hará
sin nosotros".
Lo más paradójico es que Guayaquil debería
celebrar en octubre de este año el bicentenario de su Independencia. Sin embargo,
los guayaquileños que sobrevivan estarán tan agotados de llorar a sus muertos
que ya nadie recordará la libertad que nos confirió el poeta Olmedo, porque
cuando todo se trata de vida o muerte ya no hay idealismo posible, no hay
poesía posible, salvo sobrevivir.
Si queda algún guayaquileño, quizás el próximo
año no festeje el 201° aniversario de la Independencia de la urbe, sino el
Primer aniversario de haber sobrevivido a esta pandemia, tan ensañada, tan
crudelísima, tan mortal sobre "La perla", el "Guayaquil de mis
amores".
Hasta la poesía siempre
Desde la poesía ahora.
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